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Eduardo Jorreto, farmacéutico comunitario de Almagro, fue nombrado Colegiado Distinguido

  • Publicado el Domingo, 13 Diciembre 2009 10:39

Entrega de placa a Eduardo Jorreto

El máximo responsable del Colegio de Farmaceúticos destacó de Jorreto el cariño con el que se ha entregado a la profesión, “siendo comprensivo, de buen carácter y conciliador”

El Colegio de Farmacéuticos de Ciudad Real celebró en la noche del viernes 11 de diciembre los tradicionales actos de conmemoración del día de su Patrona, la Inmaculada Concepción, que estuvieron presididos por el máximo responsable del Colegio, Julián Creis; el delegado de Salud, Ricardo Ruiz y el teniente de alcalde de Ciudad Real, Francisco Cañizares, y sirvieron, sobre todo, para realizar sentido homenaje a Arturo Mata, quien fue durante ocho años secretario del Colegio y que recibió la Medalla de Honor del mismo a título póstumo. La jornada comenzó con la tradicional eucaristía en memoria de los colegiados fallecidos durante el año, en la Parroquia de Santiago Apóstol. Luego, más tarde, se celebró el acto central, que comenzó con las palabras de Julián Creis haciendo un balance resumido del año que termina, y alguna reivindicación como la intensa actividad contra el decreto de las Mutuas, “que con gran inquietud para nosotros, la administración aún no ha desactivado, pese a ser injusto”, refiriéndose también a la Receta electrónica, “que viene funcionando entre acelerones y paradas, sin perder el ánimo, ante un proyecto que va a cambiar la farmacia como hoy la conocemos”.

El nombramiento como colegiado distinguido este año fue para el entrañable Eduardo Jorreto Pérez, farmacéutico comunitario de Almagro, que fuera vocal de Alimentación del COF durante 15 años. Una persona “que se ha entregado con cariño a la profesión, siendo comprensivo, de buen carácter y conciliador”, comentó Creis. Jorreto subió emocionado a recoger su placa, y tuvo un recuerdo especial para su madre, quien también fue colegiada. El acto también contó con el reconocimiento a los 18 nuevos colegiados. Igualmente se reconoció a los 25 colegiados que han colaborado en la presentación de comunicaciones científicas en los congresos y simposios, que recogieron una coqueta escultura en metacrilato en forma de F. Los que han cumplido 65 años y 25 de colegiación recibieron una distinción, concretamente Jesús Antonio García de León Herrera; Isabel López Ramírez; Manuel Salcedo Balmaceda, Cayetano Sempere Gil, Rosalía Linares Díaz; Adela Peris Sánchez y Teresa Sanroma Aldea.Foto de Grupo, premiados

El Colegio quiso hacer este año también un reconocimiento especial a los colegiados por su trabajo profesional en la farmacia hospitalaria, en las personas de Carmen Encinas Barrios; Otilia Santos Hernández, Ascensión Lasanta Gómez, Pilar Tudela Patón y Juan Carlos Valenzuela Gómez. María José Faus recibió el premio de Colegiada de Honor. Faus es profesora de Bioquímica, Doctora en Farmacia, Directora del grupo de investigación de Atención Farmacéutica en la Universidad de Granada, y vicepresidenta de la Fundación Pharmacetical Care España. Faus tomó la palabra con la emoción reflejada en los ojos, y destacó la importancia del COF de Ciudad Real para la universidad de Granada, ya que “a partir de cierta edad los farmacéuticos ciudadrealeños estudiaban principalmente en nuestra Universidad, en los principales años de sus vidas, su juventud, por lo que estoy muy contenta con este nombramiento, y agradecida por la buena acogida y celebración la pasada primavera en Ciudad Real del Simpodader, el congreso nacional de investigación que celebramos anualmente”.

¡Abre la ventana por la mañana y vive el día que se nos regala!

Aunque el espíritu de Arturo Mata había estado presente a lo largo del acto, por las múltiples referencias de quienes hablaron, su recuerdo emocionado se avivó a partir de este momento, cuando tocaba entregar la Medalla de Honor del COF a título póstumo a sus familiares. Antes de la entrega, Julián Creis leyó la carta “Arturo Mata, fue una suerte conocerte”, que publicaron los medios de comunicación a los pocos días de su pérdida, en la que se pone de manifiesto el “gran amigo, magnífico compañero, boticario enamorado y dedicado profundamente a su profesión tanto desde su farmacia como desde el Colegio, donde estuvo al pié del cañón hasta el último día”. De todas las cosas que enseñó a tantos farmacéuticos con los que trabajó, que fueron muchas, “nos quedamos con la más grande: tu enorme fortaleza y serenidad, tu profunda alegría espiritual con la que has afrontado la enfermedad. ¡Abre la ventana por la mañana y vive el día que se nos regala!, decías a menudo, y lo hiciste hasta el final sin una queja, con tu humor de siempre, con una sonrisa y entereza admirables”, leía con la emoción contenida Julián Creis