Saluda del Alcalde
- Publicado el Domingo, 23 Agosto 2015 10:29
Hace poco más de dos meses (en realidad, hace dos meses y cuatro días) que soy alcalde de Almagro. Dos meses es, para algunas cosas, muy poco tiempo. Apenas te dan para ponerte al tanto, hacerte cargo de la situación del Ayuntamiento, atender a los asuntos rutinarios e ir sentando las bases de lo que será la tarea de gobierno en los casi cuatro años que quedan. Por eso, en los regímenes democráticos se suele dar un “periodo de gracia” de cien días a todo equipo de gobierno cuando se estrena en las nuevas responsabilidades.
Y, precisamente porque los nuevos gobiernos necesitan un periodo de adaptación, las corporaciones locales toman posesión en España a mediados de junio, es decir, a las puertas del verano, para que tengan tiempo suficiente de estar a pleno rendimiento en el mes de septiembre, porque ya se sabe que los cursos políticos, como los escolares, van de otoño a verano.
En Almagro, sin embargo, el margen es mucho más escaso: nada más acceder a la alcaldía comienza el Festival Internacional de Teatro Clásico. Es cierto que el Festival tiene un funcionamiento autónomo, y el equipo que ahora lo dirige, una larga experiencia; sin embargo, la corporación local debe permanecer atenta a cualquier imprevisto o contingencia y procurar que todo funcione con normalidad. Nosotros estamos satisfechos de cómo se ha desarrollado el Festival, que este año cumplía la 38 edición: no ha habido ninguna anomalía, el porcentaje de ocupación ha sido de un 96,52%; las entradas vendidas, el 88,23%; hemos recibido 52.000 personas frente a las 45.000 del año pasado, y hemos tenido el honor y la satisfacción de ver Fuenteovejuna representada por el pueblo de Fuente Obejuna, con quien hemos quedado hermanados. Ha sido un éxito rotundo del que nos hemos beneficiado todos los almagreños.
Gracias a todos los almagreños, a la Diputación Provincial, a la Junta de Comunidades, al Gobierno de la Nación y, muy especialmente, gracias a los alcaldes y a las corporaciones que nos han precedido, el Festival está consolidado y goza de buena salud. Sin embargo es preciso que estemos pendientes de él. Nosotros sabemos que el Festival es el principal hecho cultural y económico que se celebra en nuestro pueblo; es preciso, pues, que lo cuidemos, que lo dejemos al margen de cualquier controversia política, que procuremos elevar la calidad de las funciones, y que consigamos de los gobiernos provincial, regional y nacional un compromiso cada vez mayor con este acontecimiento que, para Almagro, es decisivo: y los almagreños deben ser conscientes de ello.
Aunque el Festival ha requerido una atención constante durante el mes de julio, no hemos descuidado las tareas de gobierno. En los días inmediatos a la toma de posesión hicimos dos cosas que quizá en sí mismas no son muy importantes pero a las que quisimos dar relevancia por su valor simbólico y porque representan bien algunas de las directrices que inspirarán nuestro mandato: la primera fue el reconocimiento a los mejores alumnos de cada uno de los centros educativos. La educación reglada no es competencia del ayuntamiento, ya lo sabemos; pero la corporación que presido hará todo lo posible por favorecerla y mejorarla porque somos bien conscientes de que la principal riqueza de una sociedad es la formación de sus ciudadanos. La segunda fue instalar en la piscina municipal un mecanismo que facilitara el acceso al agua a las personas con problemas de movilidad. Se trataba de una decisión sencilla y barata que cualquiera podría haber tomado. Nosotros quisimos que fuera una de las primeras para dejar de manifiesto que ninguna acción de gobierno merece la pena si no tiene como objetivo la equidad.
Y equidad es también desterrar viejas prácticas clientelares que tal vez pudieran estar justificadas hace un siglo, pero que en la sociedad democrática y moderna en que vivimos no tienen ninguna justificación. Nosotros queremos que el acceso a los puestos y responsabilidades que dependen del ayuntamiento se haga de acuerdo con los principios de mérito y capacidad, como dice la Constitución. Por eso hemos convocado bolsas de trabajo, con criterios objetivos y públicos, para proveer las plazas que se han ido necesitando. También hemos convocado bolsa para los planes de empleo. Los planes de empleo son una cuestión muy sensible, que afecta a las familias más necesitadas del pueblo. La discrecionalidad, el favoritismo, el pago de lealtades nos parece, en este asunto, especialmente repugnante. De ahí que hayamos puesto y vayamos a poner mucho interés en que los planes de empleo estén para quienes más lo necesiten, y el acceso a ellos sea justo y con criterios objetivos y conocidos por todos, me refiero a las bases generales de los planes de empleo que todos ustedes tienen a su disposición en el Ayuntamiento o en la web de Almagro.
Ahora bien, poco se puede hacer por la equidad, por la justicia, por la educación, por el bienestar de los ciudadanos... si no se cuenta con medios suficientes. La economía es, en este sentido, una preocupación fundamental. Como prometimos en la campaña electoral, hemos llevado a cabo una auditoría interna de las cuentas del ayuntamiento y el resultado, como nos temíamos, ha sido descorazonador: la situación económica de nuestro ayuntamiento es pésima, con una deuda y un déficit que nos atan de pies y manos y nos impedirán hacer muchas cosas que desearíamos. Sin embargo, no esconderemos la cabeza debajo del ala: afrontamos lo que hay y nos responsabilizamos de sacar a nuestro pueblo adelante. Hemos hecho ya y haremos gestiones con la Diputación y con la Junta, actuaremos con rigor, no malgastaremos ni un euro, prepararemos un presupuesto realista para 2016 en el que trataremos de aumentar los ingresos y reducir los gastos... y, si hay que hacer sacrificios, intentaremos que no los soporten los más desfavorecidos ni se queden sin atender las necesidades ineludibles. Entre ellas está la renovación del alcantarillado y red de agua potable de la calle de San Francisco (en la parte que llamamos Calle Bonita) y el posterior embellecimiento y limpieza; también la renovación del colector principal (el que pasa por la calle Granada) que está según los técnicos obturados en un 60 %, y es el principal problema por el que se producen las inundaciones en nuestra ciudad. En la línea de conseguir más ingresos, es fundamental impulsar el desarrollo económico y apoyar las iniciativas de los empresarios que quieren crear riqueza y empleo. Con ese objetivo me he reunido con muchos de ellos y tengo la confianza de que pronto puedan materializarse viejas aspiraciones y llegar a buen puerto algunos proyectos que estaban dormidos en los cajones y mejorarán nuestras infraestructuras y revitalizarán la economía.
Y en la de reducir gastos, hay que hablar de los toros. El asunto de los toros es en Almagro, por razones históricas, más importante que en otros pueblos. No es extraño que los ciudadanos estén pendientes de él y que suscite comentarios e inquietudes, unos mejor intencionados que otros. El equipo de gobierno que presido quiere que haya toros. No tenemos con respecto a la fiesta ningún prejuicio de tipo ideológico; nos gustaría que se pudieran ofrecer espectáculos dignos de la tradición de nuestra plaza y que satisficieran a los aficionados. Y nuestra intención ha sido que esta feria hubiera toros, de hecho el día 14 de julio se apalabró la corrida por parte de la comisión taurina (integrada por aficionados eminentes y el alcalde de nuestra localidad) con el empresario Eloy Lillo, por lo que el equipo de gobierno pensaba que ese tema estaba cerrado hasta que este "empresario" dejo de atender las llamadas y whatsapp de los integrantes de esta comisión, de modo que, faltando tan poco tiempo para el día 25, es ya materialmente imposible rehacer el entuerto. Sentimos enormemente dejar a Almagro de nuevo sin toros y por ello pedimos disculpas a los aficionados taurinos. En octubre licitaremos la plaza y apoyaremos a la empresa adjudicataria en todo lo que podamos; sin embargo, la empresa debe tener en cuenta que en Almagro hay necesidades mucho más perentorias que los toros, y nuestra economía (lo acabo de decir) no permite alegrías ningunas.
Pero basta ya de ponernos solemnes. Podría seguir hablando de nuestras actividades en estos dos meses y detallar los proyectos que tenemos para el futuro. Sin embargo, con lo que llevo dicho está bien por hoy. Se avecinan la feria y a ella quiero dedicar algunas palabras:
Creo sinceramente que, pese al poco tiempo que hemos tenido y a las dificultades presupuestarias, hemos conseguido hacer un programa de festejos más que aseado. Hay actividades, espectáculos y atracciones para todos los públicos, todos los grupos de edad, todas las sensibilidades y en todos los horarios. Porque se trataba de que la feria lo fuera realmente de todos los ciudadanos. Y, además, lo hemos hecho procurando gastar tan solo lo estrictamente necesario y tratando de recuperar, en la medida de lo posible, un buen porcentaje de lo invertido. También hemos procurado no quebrar tradiciones bien arraigadas, pero ir introduciendo algunas novedades que pensamos que serán atractivas: la elección de los zagales (que también hay chicos guapos en Almagro), el concierto Djs, carreras de galgos etc. Y otras muchas actividades que podrán ver ustedes en nuestra guía de feria (física o virtualmente en la web de Almagro) y de las que estoy seguro pueden y deben disfrutar. No se me podía pasar esta oportunidad para agradecer a todos los patrocinadores y colaboradores de esta guía, por que sin ellos no sería posible elaborarla. Gracias de todo corazón.
Así que, queridos almagreños, a disfrutar de la feria. Las ferias y fiestas patronales de los pueblos, por lo menos las del nuestro, son todavía un hito auténtico, genuino de lo que fueron las fiestas tradicionales. Durante ellas se suspende por completo la monotonía del trabajo cotidiano, se alteran las rutinas comunes y se saltan a la torera las normas del descanso y de la economía; se come, se bebe, se baila, se derrocha, se juega como nunca; por unos días lo maravilloso se hace posible y la vida entra en un territorio inaudito, en un paréntesis de gozo donde no hay reglas y todos los excesos se miran con benevolencia. La lástima es que duran poco. Se pasan enseguida y vuelve las exigencias tercas de la vida común.
No obstante, gracias a Dios, no es aún tiempo de pensar en ello. Nuestras fiestas son todavía ahora como una enorme y deliciosa tarta en el escaparate de una pastelería; pronto entraremos a por ella, pero ya nos estamos relamiendo de gusto ante los placeres que nos va a deparar. Y esta ilusión, esta emoción, un poco infantil, que sentimos a la puerta del placer, ante el placer aún intacto, es quizás tan placentera como el placer mismo. Pero no nos vamos a privar de él: por el contrario entraremos a saco, sin sombra de moderación, en el disfrute de todas las oportunidades y ocasiones que la feria nos ofrezca; nos sentiremos libres, ingenuos, puros, primitivos, iguales a todas las personas que, desde los tiempos más remotos y mientras haya humanidad sobre la tierra, han sentido y sentirán esta exaltación y este entusiasmo que ahora se apodera de nosotros.
Aprovechemos estos días para reforzar los vínculos que a todos nos unen como conciudadanos. Con generosidad, sin asomo de egoísmo, cultivemos nuestras virtudes cívicas y sintámonos felices hijos de un pueblo cuyos muchos siglos de historia grande nos exigen imperiosamente comportarnos con dignidad y orgullo colectivos desde el cual abriremos generosamente nuestros corazones a cuantos forasteros nos visiten.
Santifiquemos también la fiesta, si somos creyentes. Es decir, dediquemos un rato de atención a nuestro patrón San Bartolomé, ese apóstol de Cristo del que tan poco sabemos y que, tras predicar por remotas regiones, sufrió un martirio atroz y, siglos después, arraigó en nuestra tierra y hoy es patrón de muchos pueblos de nuestra provincia. Y, si nuestra fe no es demasiado firme, disfrutemos y divirtámonos cuanto podamos, pero sin caer en el egoísmo ni en la insolidaridad. Si hay un ámbito de la vida humana en el que la compañía es imprescindible, ese es el de la fiesta: no hay fiesta en soledad. Acordémonos y solidaricémonos, por tanto, con aquellos que están solos, con aquellos que están lejos, con los que padecen privaciones, con aquellos que, por las razones que sean, no van a disfrutar de la fiesta como nosotros, y, si está en nuestras manos, contribuyamos a hacerles más llevaderos los pesares.
Estoy seguro, por lo demás, de que el comportamiento de todos estará a la altura de lo que nuestro pueblo se merece, y confía plenamente en que las cosas se desarrollarán a gusto de la mayoría.
Muchas gracias.