Se puede considerar como la obra cumbre del Barroco Triunfante en la provincia de Ciudad Real.
Fue fundado por la familia Figueroa, de la que doña María, como última heredera, quiso cumplir la voluntad testamentaria de sus hermanos de fundar un convento de monjes agustinos recoletos, fundación que pasó por múltiples problemas al interponerse los intereses de los jesuitas que deseaban impedir a toda costa la fundación.
El convento, del que solo se mantiene la iglesia, tuvo una dilatada construcción, concluyéndose las obras en la primera mitad del siglo XVIII.
Uno de los elementos más importantes de la iglesia es la decoración pictórica mural que la cubre por completo y cuya temática se centra en la exaltación de San Agustín, la Eucaristía y la Virgen.