La Blonda es un tipo de encaje genuinamente español.
La técnica, originaria de los árabes granadinos, quienes introdujeron una hebra de seda para rellenar y otro tipo de seda para el fondo, alcanzó su mayor esplendor en Cataluña en el siglo XVIII, en época de Felipe V. En el año 1766 unos vecinos de Mataró, Don Manuel Fernández y su esposa Doña Rita Lambert, establecieron en Almagro una fábrica de hacer encajes de hilo y seda, enseñando a realizarlos a mujeres y niñas de esta localidad, así como en otros pueblos del Campo de Calatrava. A pesar de sus orígenes primarios, Almagro ha creado sus propios diseños dándoles una mayor uniformidad con elementos más menudos y una disposición más repetida de los mismos.
La blonda es un tejido ornamental que se realiza mediante el cruce de hilos de seda, enrollados en bolillos finos con el fin de que no pesen demasiado y pudieran así romper la seda. Estos cruces se sujetan mediante alfileres y sobre un picado (patrón o diseño) colocado sobre la almohadilla.
La técnica de la blonda se diferencia del encaje popular, básicamente, en la finura de los hilos, ya que se emplea seda, y en la integración del tul, punto de fondo que no se utiliza en el anterior. Este tipo de encaje se comienza trabajando el fondo con tul, realizado con seda fina y retorcida, hasta llegar a la altura de algún motivo (flores, galones…) momento en el que se introduce otro tipo de seda no retorcida, “seda lasa”, más gorda y brillante. La seda lasa se utiliza para las venas y las guías, formando así un profundo contraste entre los motivos y el fondo de tul, que da sensación de estar superpuestos sobre éste, mate y translúcido. Se utiliza el punto encontrao o filigrana, para rellenar espacios comprendidos entre los motivos florales o el medio punto, si estos espacios son muy reducidos o tan menudos que no favorecen al punto encontrao.