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Los flamencos regresan a Almagro

  • Publicado el Lunes, 27 Septiembre 2010 00:30

El guarda forestal del Ayuntamiento de Almagro nos descubre el regreso de más de 50 ejemplares de esta elegante y exótica ave

Siempre hemos tenido una extraña relación con los flamencos. Será porque somos muy flamencos, o por nuestra plaza balconada con aires de los Bajos Países o por los similares y conocidos encajes o por la presencia aquí durante el reinado de Carlos I de Alemania del tercer hijo de Jacobo el Viejo, Jacobo Fugger II el Rico, quién no era flamenco pues nació en Ausburgo, al igual que la familia Welser, pero cerca le quedaba o por que aún resuena en nuestro inconsciente colectivo esa antigua colonia flamenca perdida tras la guerra de los ochenta años.

 

Pero los flamencos que han regresado a nuestras tierras son otros. Nos referimos a aquellos que habitan en el Parque Nacional de Doñana y o en el más cercano Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Nos referimos al Phoenicopterus roseus, que es su científico nombre y que en estos momentos habitan en las lagunas volcánicas temporales que tenemos en nuestro término, más conocidos por todos los vecinos como los navajos, el chico y el grande.

La verdad es que fue una sorpresa para mí encontrarme paseando una mañana y descubrir una bandada de más de 50 ejemplares de esta elegante y exótica ave. Uno está acostumbrado a contemplar la astucia de la urraca o el plumero de la abubilla, el colorido abejaruco o la mirada inquietante de los milanos, por aquí le viene el nombre de las Milanas o Vilanas como más nos guste al susodicho paraje. También es cierto que tras la instalación de los vertederos en nuestro suelo rústico han aparecido garzas y garcillas, reuniones de centenares de cigüeñas y el oceánico vuelo de millares de gaviotas. Pero esto es muy distinto y una verdadera sorpresa poder sentarse a contemplar esta imagen. Los flamencos aquí a un kilómetro del pueblo.

El último invierno, a la vez que escalabró todos los tejados del pueblo y nuestro dinero nos ha costado, aunque bien ha venido a echar una mano a tanta cuadrilla de albañil en paro, trajo una oleada de vida a los campos y a los cerros. Sentado aquí frente al navajo veo un paisaje soberbio, una laguna entre olivares y tierras de labor, escoltada por los viejos volcanes que un día cambiaron la fisonomía de este terruño, el volcán de la Estrella, hoy un oso pardo tumbado al sol, el volcán de la Yesosa un dragón herido sin solución y el Cerro Gordo, un sapo gigante a punto de despertar y devorarnos a todos. A lo lejos se oyen los bufidos del Volcán de Cuevas Negras y el Columba. Planean las gaviotas y las garcillas barren las orillas mientras estos nuevos vecinos flamencos se dejan mojar por la lluvia en el medio de la laguna.

Curiosamente los navajos no han dejado de tener agua en todo el verano, a pesar de las calores y nos presentan su mejor cara para el inicio de este otoño. No duden, si lo tienen a bien, visitar este navajo y su colonia de flamencos antes de que abandones estas tierras en busca de mejor clima en el invierno, eso si respetando su espacio y su magia, su porte y su frescura, evitando asustarlos y dejándose seducir por su trato honesto.

Las fotografías que logré obtener no son muy buenas ya que temía que si me acercaba podría espantarles. Ruego me perdonen.

Crónica de José Vicente Gómez, guarda forestal del Ayuntamiento de Almagro