El Club de Lectura de la Biblioteca Municipal charla con Manuel Vicent y Ángel Sánchez Harguindey

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Los escritores y periodistas mantuvieron un encuentro con los clubes de lectura de Almagro y Torralba de Calatrava

Los escritores y periodistas Manuel Vicent y Angel Sánchez Harguindey mantuvieron un encuentro intimista y divertido con los clubes de lectura de Almagro y Torralba de Calatrava. Vicent se muestra convencido de que “hoy se piensa con los dedos, por el uso del móvil, signo de nuestra modernidad junto al chaleco antibalas”. La Biblioteca Municipal de Torralba acogió el acto.

 

En una entretenida entrevista y charla entre dos amigos, Vicent y Sánchez Harguindey deleitaron a las presentes con sus anécdotas de vida en un diálogo poético sobre la trayectoria del escritor valenciano que comenzó diciendo como “una novela es como la vida, te permite tener capítulos aburridos y otros intensos, mientras que un relato breve es una película, con más acción”. Dialogaron sobre la vida, “ese caos entre dos silencios”, que comentó Vicent. Dialogaron sobre el tiempo y su brevedad: “Saben que Hemingway escribió “El viejo y el mar” en un fin de semana y Kafka “La metamorfosis” en otro”, añadía.

Dialogaron sobre los tiempos que vivimos. Harguindey preguntó a Vicent cuáles eran los signos de la modernidad de nuestro siglo actual, recordando como los del siglo XX habían sido el coche, teléfono, cine y avión. Y el escritor de los ojos bonitos se mostró convencido de que, sin duda, “los signos de modernidad del siglo XXI son el chaleco antibalas y el móvil”, al tiempo que recordaba sobre la vigencia de éste último como “todo empezó en 1963 en el crimen de Kennedy cuando los tomavistas o cámaras de video dejaron de ser inocentes, y apareció la figura del videoaficionado, de modo que la privacidad ya prácticamente no existe, somos transparentes, más o menos como nos ocurren ahora a los hombres de determinada edad, que somos transparentes para las mujeres”. Para Vicent, predomina “el pensamiento digital, porque los chavales no piensan con la cabeza sino con los dedos, pareciéndonos cada vez más a aquel monito del comienzo de la humanidad que se le ocurrió frotar un palito con los dedos y descubrió el fuego”.

“Gregorio Prieto, con su pinta de pollito tomatero”

Sánchez tiró de la lengua a Vicent y le hizo que contara las consecuencias de tres trabajos periodísticos que le dieron algún que otro quebradero de cabeza, como aquella querella de la nieta del premio Nóbel, Santiago Ramón y Cajal, tras reproducir una entrevista al escritor Antonio Díaz Cañabate, donde se decía que el médico había ido a un prostíbulo. O la que le hizo a Concha Piquer. E incluso contó cuando escribió en un artículo, a modo de broma al amigo pintor manchego como “estaba allí Gregorio Prieto, con su pinta de pollito tomatero”, algo que hizo con cariño, “porque yo apreciaba al pintor de Valdepeñas, era su amigo, pero él no entendió el chascarrillo y me retiró el saludo a partir de entonces, con razón, aunque yo le pedí perdón y lo seguí apreciando”.

Para Vicent, “todo lo que mejor se escribe es producto de una frustración, así los mejores novelistas de amor, son los que menos aman; e idem con los escritores viajeros”. Preguntado por Sánchez por sus viajes, destacaba Vicent como “lo mejor del viaje es cuando decides ir y los preparativos”.