El arte de contar historias originario de Japón llega a la biblioteca de Almagro
- 11 Oct
La Biblioteca infantil acogió ayer, viernes, un cuentacuentos muy original, Las edades de Taro. Basado en el kamishibai, el arte de contar historias, como se contaban en el siglo XII en los templos budistas de Japón, Alex Torregrosa del grupo el paraguasteatro se metió en el papel de Taro. Un joven que vivió con su maestro durante algún tiempo y después viaja por sitios muy diferentes.
De cada lugar, saca una enseñanza y ese es su mejor legado. Taro relató con cuentos la historia de su propia vida. Unos cuarenta niños y niñas de edades comprendidas entre los cuatro y siete años disfrutaron con tres historias de las aventuras de este peculiar joven que tiene que enfrentarse a espíritus malvados del bosque y otros grandes contratiempos que supera gracias a las enseñanzas de su maestro. Los niños poco a poco conocieron más a Taro a través de las ilustraciones, unas láminas con dibujos grandes, que fueron pasando por el pequeño escenario de madera, el kamishibai y ambientado con los sonidos orientales de la época y con buenos efectos especiales. El gato Sol, historia sobre la igualdad que se viene contando durante generaciones en Asia y El soldadito de plomo fueron otras de las historias mágicas contadas con la técnica del kamishibai.
El cuentacuentos se enmarca dentro del proyecto Premio María Moliner organizado por el Ministerio de Cultura y la Federación Española de Municipios y Provincias. La biblioteca infantil de Almagro ha sido premiada durante cinco años por el citado proyecto por su labor de difusión y fomento de la lectura.
Kamishibai
Kamishibai significa literalmente “drama en papel”. Es una forma de contar que se originó en los templos budistas de Japón en el siglo XII, donde los monjes utilizaban emaki- pergaminos que combinaban imágenes con texto- para contar historias con enseñanzas morales para audiencias, en la mayoría de los casos, casi analfabetas. El narrador de cuentos, el gaito kamishibaiya golpeaba dos pedazos de madera llamado hyoshigi para anunciar su llegada a los barrios. Una vez ubicado el público, el gaito kamishibaiya contaba historias utilizando para ello un pequeño escenario de madera en el que se insertaban ilustraciones, láminas con dibujos grandes de trazos simples e impactantes, en las que se veían a la vez que se oía un texto sencillo y directo relativo a los dibujos y que se iban pasando a medida que se contaba la historia.