Artículo de opinión del presidente de la Plataforma Campo de Montiel Histórico
- Publicado el Sábado, 25 Abril 2015 16:30
Cuando los tiempos asaltaron la capital calatrava invadiendo su universidad con un almacén de maderas o destruyeron San Bartolomé redondeando sus naves en plaza de toros, todo podría prever que correría la misma mala suerte que otros hermosos conjuntos urbanos como la cercana ciudad real de Alfonso X el Sabio.
A pesar de ya no ofrecer la valiosísima imagen de una curiosa silueta protegida por murallas como un espejismo en plena Historia; tanto como la sorprendente aparición de Kalat al Rabat en la inmensidad de la llanura mojada. La más bella de las ciudades manchegas y desde hace unos días reconocida oficialmente como uno de los pueblos más bonitos de España es el tesoro y el archivo vivo más genuino de la esencia manchega. Popular, señorial, conventual, caballeresca, universitaria, escenográfica, exótica y universal.
Su valor incalculable reside en la amplitud de un Conjunto Histórico Artístico cuidado al detalle y tratado de forma total. Transmitiendo en el visitante el bálsamo terapéutico que la belleza aporta a quien la siente, contempla y disfruta.
Para los que estamos habituados desde pequeños a paladear cada actuación que a lo largo de los años ha rejuvenecido su hermosa antigüedad, nunca nos cansamos de pasear sus elegantes calles, con el mismo placer que nos adentra a través del buen gusto de los patios, pasillos y salones del parador de Santa Catalina. Otro de los mundos de la ciudad.
La gran maestra calatrava que debe servir de espejo que refleje su ejemplo a la provincia entera, nos enseña con la calma y la paciencia del saber de una encajera, que son muchos los hilos imprescindibles para que la trama afiance la multitud de filigranas así como los inconvenientes que en el paño de las circunstancias van urdiendo una obra de arte tan valiosa como esta irrepetible pieza de encaje tendida al sol cervantino una luminosa mañana de julio, como si Don Quijote, desposase a Dulcinea apadrinado por los Fugger, los Xelder y los Welser al amparo fantasioso y creativo de la manifestación cultural más relevante de La Mancha en su Festival Internacional de Teatro Clásico. Discurriendo el exotismo reverdecido de la plaza, retornando el color almagre de las zapatas engalanando la plaza de nuevo con la tonalidad que da nombre a la ciudad.
A Almagro le falta saber que posee el duende indescriptible que nadie verá jamás pero que sentimos los privilegiados que contenemos la capacidad de sentirlo ante la contemplación de lo auténtico y lo bello; que en sus calles transita aunque nunca haya sido vista, la inspiración que hubiera alimentado inteligencias creativas capaces de crear poemas o sinfonías igual de ingeniosas que quienes revistieron barroco el renacimiento construyendo en mitad de La Mancha, un pedazo de Italia con las mismas piedras que dieron a luz a La Piedad o el David de Miguel Ángel, llamándolo Asunción Calatrava. Almagro posee la responsabilidad de ser escaparate e imagen de una parte de la cultura española que trasciende a lo universal. El cofre de caudales que atesora todo el Siglo de Oro en el recinto del Corral de Comedias es patrimonio de la cultura de la humanidad porque es único en el mundo, auténtico desde los cimientos hasta las tejas y porque allí vive un mundo que habitó en la capital de un imperio que influenció a medio mundo cuando en Madrid, estos corrales, como el del Príncipe representaban a Lope o a Calderón.
En Almagro se almacenó el mercurio del yacimiento más importante del mundo, curiosamente hoy catalogado como un legado a la humanidad. El mismo mágico mineral que enriqueció a los prestamistas alemanes y fluyó en las fuentes de Medina Azahara.
Pueblo con el honor de enorgullecer a España entera y responsable de atender turismo internacional, para satisfacción de los sufridos manchegos. Tan acostumbrados al duro quehacer cotidiano y a escasas alegrías vitales. Que por fin en su ciudad más hermosa podrán tener un referente donde mirarse y aprender para extender tan buen hacer al resto de la provincia, reconvirtiendo lo que la adversidad y la falta de mejores oportunidades nos adulteró y puede recuperarse. Don Quijote estaría deseando contar en Alcázar, Tomelloso, Daimiel, Manzanares, Valdepeñas, Socuéllamos o Argamasilla que en Almagro ha visto La Mancha universal de Cervantes, con los mismos ojos de sorpresa y maravilla que los japoneses descubren los molinos de Campo de Criptana, las calles de El Toboso, el palacio de El Viso, Las Virtudes, Puerto Lápice o el Campo de Montiel.
Gracias Almagro. A tu gente y a quienes con su trabajo han hecho y hace posible que poseamos algo tan incalculable que además aporta valor al patrimonio español y al
mundo en general. No te duermas en los laureles y aspira siempre a lo mejor y la excelencia en la calidad. Porque lo mereces.
Salvador Carlos Dueñas Serrano.
Presidente de la Plataforma Campo de Montiel Histórico.