Ocho extraordinarias almagreñas que fueron "ellas mismas” a lo largo de los siglos XVI al XIX (II)

Ocho extraordinarias almagreñas que fueron

Arcadio Calvo Gómez
Cronista oficial de la Ciudad de Almagro

Sor Maria San Andrés, monja en el monasterio de la Encarnación

Nació en Almagro en el año 1574, hija de Alonso Carrasco y Ana Ruiz ¨poco abundantes en riquezas pero su calidad en la sangre buena (cristianos viejos) temerosos de Dios”. El matrimonio tuvo una segunda hija menor, llamada Francisca de Paz.

El almagreño fray Antonio de Lorea, dominico y cronista de la Orden de Santo Domingo publicó una extensa biografía de esta religiosa con los testimonios  de numerosas personas que trataron en vida  a  Sor María de San Andrés, y conocieron sus numerosos prodigios. Extractado de los informes del padre Lorea hacemos una pequeña reseña.

“Siendo muy niña la venerable madre, por haber comido cosa que le hizo daño estuvo a punto de morir, o tan difunta al parecer de sus padres, que puesta la mortaja esperaban a los clérigos para llevarla a sepultar”. Milagrosa e inesperadamente recuperó la salud.

A sus veinticuatro años era un ejemplo de fiel seguidora de la iglesia; ayunos en cuaresma, témporas y vigilias, empleando el  tiempo libre que le permitían los quehaceres domésticos en la lección de libros sagrados en busca de Dios.

Desde muy niña había deseado servir al Señor en una religión y encerrarse en un monasterio. Sus padres tenían tratado casarla, y que su hermana Francisca fuese religiosa en el monasterio de la Encarnación donde tenía muchas religiosas parientas suyas. Callaba y sentía viendo que su hermana lograba la dicha que ella tanto había suplicado al Señor, pero no desconfiaba conseguirla.

Llegó la licencia del provincial para el ingreso de su hermana; entonces la venerable madre expuso a sus padres…”yo soy mayor que mi hermana, y no sería razón que habiendo nacido antes y servido en la casa se acomode ella antes, y yo me quede sirviendo. Esa licencia que ha venido para religiosa será para mí; yo entraré en el convento que lo he deseado mucho y lo he pedido a Dios muchas veces, y si él quiere que mi hermana sea también religiosa tiempo tiene para que lo consiga.”  Esta resolución con tales palabras y tan eficaces que sus padres no tuvieron que responder a ellas.

Así fue, y  en el año de 1600 hizo su profesión. Era en los oficios la primera, en los más humildes la mas pronta, en el coro la más atenta, siendo un ejemplo de disciplina y obediencia para la comunidad.

El primer prodigio que se obró por la venerable fue: ¨…que atendiendo en su celda a una tía suya llamada sor María de San Miguel, mujer de terrible condición” envió a la novicia a por un cántaro de agua a un pozo que estaba en medio del claustro del monasterio y al sacarlo lleno se quebró la soga cayendo a lo profundo. El ruidoso golpe que hizo en el agua el cántaro fue oído por las religiosas que estaban cerca, estas vieron que sor María no se movía de donde estaba ni expresaba temor por la posible reacción de su tía. ¨Recogiose  la religiosa interiormente y levantando sus ojos y brazos al cielo le penetró con su oración pidiendo al Señor la favoreciese.” Las compañeras allí presentes vieron crecer el agua del pozo subiendo a lo alto el cántaro, creciendo la admiración de todas viendo el prodigio.

Llamaba la atención de sus confesores, que siendo mujer iletrada, hablase con desenvoltura de teología mística con tan profundo conocimiento y términos tan explicativos y delicadezas tan superiores que a muchos admiraba y los más no la entendían .Los confesores confusos sugerían buscase otro sacerdote para atenderla en este sacramento. Acudió al jesuita Diego Yepes.

Se sometía a duras penitencias de ayunos, cilicios y otras disciplinas para mortificar su cuerpo.

Por aquellos años hubo una larga sequia en Almagro. Los labradores pobres tenían los cereales casi secos en la tierra, los que tenían trigo lo guardaban para hacerse ricos a costa del hambre de los pobres. La comarca recurrió a oraciones, procesiones rogativas y penitencias, pedían a Dios misericordia y que les enviase agua. La priora recurrió a Sor María “madre, es posible que no vea cómo andan las criaturas. ¿No se duele del desconsuelo de todos por la falta de agua? Yo la mando por obediencia se vaya al coro y no se salga de allí hasta que nuestro Señor sea servido de consolar a su pueblo y se vea la tierra con mucha agua. Al punto se fue al coro y postrada en presencia de la divina Majestad le dijo: “Señor ya sabes que soy mandada y que la obediencia a mi prelada me obliga a venir aquí. Te suplico por tu misericordia te duelas de tus criaturas” .Antes de acabar su oración se levantó un recio viento empezando de inmediato a llover con tanta abundancia hasta quedar la tierra remediada, gozando de un año fértil de cosechas en todos los frutos”.

Sanó a mucha gente de enfermedades graves y varias veces las compañeras de la comunidad la vieron caminar elevada del suelo sin tocarlo.

En otra ocasión por sus oraciones se combatió una plaga de langosta que invadía los campos de Almagro, devorando siembras y todo lo verde que encontraba a su paso.

A una hermana del convento que se quejaba de los demonios le dijo ¿de los demonios te espantas? Tan sujetos los tengo yo como lo están los pájaros en una red.

Su condición era apacible, jamás la vieron enojada, siempre retirada de conversaciones, recogida en la celda, y en ella y fuera siempre en oración humilde, humilde más que la tierra, sumamente obediente a sus prelados a los iguales e inferiores amistosa y dulce en la conversación caritativa y lastimada de las necesidades de todos, liberal sin reservar cosa para sí, sufrida a los oprobios.  

 Murió según hubo vaticinado;  cerca de las diez de la noche víspera del Corpus del año 1647 a los 73 años.¨ Su cuerpo era grande, lleno de carnes, el rostro hermoso los ojos grandes y negros la tez encarnada la nariz aguileña  y en la boca pocos dientes con la mucha edad las manos algo bastas, el movimiento tardo por lo pesado del cuerpo y muchos achaques”.

“Luego al punto que pasó de esta vida, empezaron las religiosas a tocarles rosarios y a cortar pedazos de sus hábitos para  reliquias, manifestando en su devoción el concepto de Santa en que la tenían por las virtudes que en ella habían experimentado”.

Su cuerpo estuvo expuesto en el coro hasta el siguiente día de su entierro ante el desfile de “gran concurso de gentes”.

Seis años después de su muerte, Diego de la Cruz, sacristán del monasterio entró en la bóveda a enterrar a otra religiosa,  con un cuchillo cortó  un hueso (dedo) a la venerable madre para tenerlo como reliquia; al romperse el hueso salió la sangre tan fresca como si estuviera viva. (B.N. de España, sig. 2/50608)

Isabel Fúcar-La Condesica,  hija del conde Jorge Fúcar

No mucho se sabe de Isabel Fúcar; sí, que llegó a Almagro con cuatro años de edad y que vivió en el monasterio de los Llanos de monjas Franciscas al menos hasta los dieciocho años. Desde ahí se pierde su pista.

Destacamos de ella que en la entonces villa calatrava, era conocida como la Condesica por ser hija natural del conde alemán Jorge Fúcar Ylsung. Hasta su mayoría de edad vivió de porcionista en el mencionado monasterio costeando su padre su manutención, pero a partir de esa edad su progenitor cortó los envíos de dinero y trigo que tenía pactado entregar  a la comunidad conventual, por lo que Isabel demanda ante el Rey, a su poderoso padre. No cabe duda, que para decidir esta cuestión estaría  bien asesorada por el que sería influyente letrado, Francisco Ochoa,  pero para ello se necesitaría coraje y determinación por parte de la joven Isabel,”…Que conforme a la calidad de su persona y a la cantidad del dicho su padre que será de más de medio millón de ducados abra menester para su dote treinta mil ducados y dos mil ducados en cada un año para sus alimentos…”.  

Hemos comentado que el padre de Isabel fue el conde Jorge Fúcar Ilsung, la madre;   Isabel Marcela Pinedo, una guapa y noble  granadina que encandiló al conde cuando este “siendo mozo sin casar” estuvo en la ciudad de Granada.



De regreso a Almagro el conde trajo consigo a la granadina con promesa de matrimonio y aquí vivieron durante varias semanas  sus amoríos. De estos, salió, preñada la andaluza. Noticioso el conde, envió a su dama a la villa de Ocaña donde vivían sus padres. En esta localidad el padre ejercía un cargo en la Mesa Maestral  concedido por el conde alemán.

Desde la mencionada villa, Isabel fue trasladada a un monasterio de monjas en la  de Yepes, y antes de dar a luz fue trasladada de nuevo a Ocaña. En esta localidad vio la luz Isabel Fúcar Pinedo. Con pocos meses de edad por orden de su padre, la niña fue enviada a Madrid a casa de Juan de Carvajal, criado de la casa Fúcar y tiempo después a la de Juan Bautista Beraque, que como hija del dicho  conde fue tratada “con gran regalo y respeto y cuidado y lucimiento…”

Su padre regresó a Alemania, dejando a la niña en Madrid. El se llevó el hábito de la Orden de Calatrava.
A los cuatro años de edad, Isabel por orden de su padre  es trasladada a Almagro. El encargado de  organizar el viaje fue Jorge Mayre, caballero alemán factor de la Casa Fúcar en la villa. El viaje lo hizo la Condesica  “en una litera con el servicio necesario de criados y criadas y esclavos”.

Después de permanecer dos meses en las conocidas como casas principales de los Fúcares, que habitaba el  factor Mayre (actual edificio de la calle  Ntra. Sra. de las Nieves nº3), Isabel, por orden de su padre  fue “acomodada” en el cercano monasterio franciscano de Ntra. Sra. de los Llanos (hoy espacio ocupado por el colegio Miguel de Cervantes), con  acuerdo de Mayre y la abadesa doña Francisca de Juren “porque tenía entera satisfacción de que allí sería tratada con la estimación que se le debía porque era hija del conde Fúcar.”

La abadesa con su comunidad concertó con Mayre lo que debía recibir la Condesica  por alimentos, que serían anualmente treinta mil maravedís en efectivo, treinta fanegas de trigo más los gastos ordinarios de vestidos y otras cosas necesarias. También se le asignaba una criada para su servicio.

De la casa del factor eran llevados con frecuencia al convento diferentes manjares para obsequiar a la Condesica. Por parte del conde su hija recibía visitas de personalidades alemanas que le llevaban joyas y cartas.

Hasta su mayoría de edad la joven fue recibiendo regularmente sus asignaciones pero antes del año de  1633, el conde deja de cumplir con su compromiso. Na se conoce razón de tal desentendimiento  pero quizá  fuera debido en parte a que la Casa Fugger por ese año ya había entrado en bancarrota, o tal vez por cuestiones de índole familiar.

El caso es que el 4 de junio de 1633 Isabel Fúcar Pinedo ante el alcalde mayor de Almagro presenta demanda judicial contra su padre el poderoso conde Fúcar para poder cobrar treinta mil ducados para su dote y recuperar su asignación que durante tantos años estuvo percibiendo.




El proceso se inició con numerosos testigos que acreditaban la filiación legal de la Condesica. No se conoce noticia  de la resolución judicial. Tampoco la hay  del destino de la joven Isabel ni de su madre. (**)

Agustina Castilla y Calvo, maestra de encajes

(Llevó a Madrid en el siglo XVIII la enseñanza de hacer encaje de bolillo)

Nació en Almagro ya más que mediado  el siglo XVIII. Fueron sus padres Antonio de  Castilla, natural de Ciudad Real y escribano en Almagro y Ana María de las Nieves Calvo y Uriarte natural de esta villa.

Pasó  siendo joven a vivir a Madrid con su tío el maestro en Filosofía el almagreño Agustín Calvo Uriarte, notario apostólico y teniente beneficiado de las iglesias de San Ginés, San Luis y San José de la Villa y Corte.

En 1787 la Junta General de Comercio y Moneda instalaba en la capital del Reino una escuela de blondas y encajes “ablondados” de seda y de hilo fino de todas clases en la calle de Toledo en la casa nº 2, manzana 145, frente a la portería del desaparecido convento de la Concepción Jerónima.

La escuela estaba a cargo de la maestra  doña Agustina Castilla y Calvo, natural de Almagro que tenía acreditada esta habilidad en otro establecimiento similar y era de la satisfacción de la Sociedad Económica de Amigos del País.

La referida maestra se obligaba a admitir y enseñar gratuitamente a 20 ó 24 niñas la labor de las blondas y encajes ablondados de todas clases y cuantos dibujos se le pidiesen y presentasen tanto del Reino como fuera de él en el término de dos años, divididos en seis partes; y al fin de cada una, esto era de cada cuatro meses se haría el examen que estimase conveniente la misma Real Junta, para calificar el cumplimiento de la maestra y el aprovechamiento de las discípulas sin cuya circunstancia no se libraría a aquella la gratificación acordada, con el fin de que saliesen perfectamente enseñadas. Para  las alumnas  más adelantadas se establecerían premios con arreglo al nivel adquirido en su aprendizaje.

Se daría noticia del establecimiento de esta escuela, “en que se las enseñará la confección de unas manufacturas de tanto consumo como útiles y propias de su sexo”.

La noticia fue publicada en el Mercurio, periódico histórico y político que se editó en España  desde el año 1783 al de 1820.

Ramona López y Calvo, maestra de primaria

Nace Ramona López Calvo en Almagro en la casa paterna del Pradillo de Franciscas (hoy Miguel de Cervantes) que la configuraban las actuales casas nº5y 6, el  29 de de agosto de 1857, siendo bautizada al siguiente día en San Bartolomé el Real. Hija de don Paulino y doña María Antonia.




Su padre y su  abuelo paterno don Mariano, fueron ilustres notarios de la ciudad; no siendo extraño por lo tanto que su formación fuese esmerada; sin que pudiera  sorprender, que más que mediado el  siglo XIX y dada su clase social decidiera dedicarse a la docencia, aunque todavía en el último cuarto del mencionado siglo existían  muchos prejuicios al respecto.

A doña Ramona (1857-1937) le tocó vivir un mediado y convulso siglo XIX de profundos contrastes. De joven, conoció la primera República Española, la nefasta de 1931 con sus lamentables consecuencias y parte de la Guerra Civil  hasta que fallece en 1937.Ramona también dio un paso adelante para aquella época. Ejerció su magisterio docente con gran vocación.      

Sea como fuere, a sus veintitrés años siendo huérfana de padre, decide opositar a los exámenes convocados para maestra, presentando la solicitud a la directora y presidenta del Tribunal de Exámenes de Maestras de Instrucción primaria de Ciudad Real. Dice así en su solicitud…” Ramona López y Calvo natural y vecina de la ciudad de Almagro… a V.S. con el debido respeto dice: Que creyendo hallarse en aptitud legal para optar al Magisterio de primera enseñanza, y celebrándose en esta provincia exámenes ordinarios… A.S. suplica: se digne admitirle como a una de las aspirantes al título de Maestra de instrucción primaria elemental para lo cual…”

Logrado  por estos exámenes el año 1880 el título de maestra, doña Ramona ejerció la docencia durante muchos años, muriendo octogenaria.

Ramona podría considerarse dada la época que le tocó vivir dentro del marco de “ellas mismas”  ser una de las pioneras en la incorporación de las féminas a la vida académica muy restringida por entonces a la mujer. A mujeres como ella, fueron ampliándose otros campos del saber a partir de las sucesivas décadas, favoreciendo a las chicas de forma paulatina el acceso a las aulas de los institutos y facultades.

Para la enseñanza de las niñas se tuvo como referencia un modelo doméstico. Según la Ley Moyano, el artículo 5º marcaba el contenido de las enseñanzas elemental y superior de las niñas suprimiendo para ellas las materias de iniciación profesional que recibirían los niños y sustituyéndolas por las labores propias -como se decía entonces  de su sexo-,el dibujo aplicado a esas labores y ligeras nociones de higiene doméstica. Las niñas recibían una alfabetización básica, adoctrinamiento moral y enseñanza de labores.

A ellas se sumaban en el caso de las niñas  de clases media y acomodada, los llamados “saberes de adornos”. Sin embargo, durante todo el siglo el horario dedicado a las labores significaba al menos un tercio del horario escolar de las niñas y era éste una de las materias calificadas con mayor rigor en los estudios de magisterio.

En esto, doña Ramona en su tiempo fue una verdadera maestra. Todavía hoy varias familias  almagreñas conservan labores de bordados realizados por ella; trabajos por cierto muy primorosos. De sus manos también salieron ornamentos de iglesia con ricos bordados.

No se ha podido recabar datos exactos de la ubicación del establecimiento docente que tuvo doña Ramona; se ha preguntado a los mayores que la conocieron y hay quien cree que estuvo en la calle de Madre de Dios nº 10, otros; en la misma casa de la Plaza Cervantes. O quizá en diferentes épocas en los dos lugares.

Que estas líneas, sean un  homenaje a aquellas mujeres almagreñas que fueron ejemplo en tantos campos y cuya  memoria por fortuna hemos rescatado para GRATA RECORDATIO (grato recuerdo), como dijo Juan XXIII en su encíclica sobre el Santo Rosario  en 1959.

(*) Conferencia dada por el autor de este artículo, en la Biblioteca Municipal “Manolita Espinosa” de Almagro, el día 23 de mayo de 2017.

(**) CALVO GÓMEZ. Arcadio - Qué fue de Isabel Fucar (Fugger) hija natural del Conde Fugger, conocida en Almagro como la Condesica. Arte y Pensamiento de Almagro,p.p.37/55. Iª  Época. Nº 4. Diciembre 2013