El extinguido Hospital de las Ánimas de Almagro y la anexión de su edificio al Palacio del marqués de Torremejía en el siglo XVIII

El extinguido Hospital de las Ánimas de Almagro y la anexión de su edificio al Palacio del marqués de Torremejía en el siglo XVIII

Arcadio Calvo Gómez
Cronista oficial de la Ciudad de Almagro

Las Cofradías de Ánimas siempre aglutinaron por lo general a todos los estamentos sociales, independientemente de que los individuos de la sociedad  potenciasen  a diferentes instituciones  religiosas- gremiales  ya que la muerte unificaba a todos los mortales  de toda clase y condición.

La devoción a las Ánimas constituía un sentir común por la mayoría de los mortales. El miedo a la muerte del hombre, tan arraigado en la cultura cristiana trataba en esta vida de asegurarse la gloria post morten “destino del alma al más allá”. Raro es el pueblo o aldea que no tuviese su Cofradía de Ánimas.” 1


La Virgen del Carmen  es  tenida   por   Abogada de las Ánimas del Purgatorio; aunque  en este cuadro de la iglesia  de Madre de Dios de Almagro aparece la Virgen del Rosario  en auxilio de las Ánimas, siendo probablemente, obra   realizada por algún religioso  dominico. En la foto, imagen de la Virgen de la Merced procedente de la extinguida comunidad de MM. MM. de la localidad.

Cofradías de ánimas en Almagro

En Almagro, a lo largo de varias centurias hubo cuatro cofradías de ánimas establecidas. La primera en  San Bartolomé, ya conocida en 14952 refundada por licencia del Real de las Órdenes en 15 de junio  1714;  la  del convento de Ntra. Sra. del Rosario, fundada en 1613; la  de la parroquia de Santa María (Madre de Dios) en 1616, que se refundó con licencia del Real Consejo de las Órdenes  el 2 de febrero de 1716. Su capilla era la del altar del Santo Cristo y  Sagrario, al lado de la Epístola (actualmente desaparecida para dar acceso a la sacristía)y la Cofradía de Ánimas y Hospital de Pobres Transeúntes,3- desconociéndose año de su fundación- ubicada en lo que hoy son las puertas falsas del palacio de Torremejía.

La fundada en el convento del Rosario,tuvo bastantes dificultades para obtener  Real licencia, por  la oposición del prior de San Bartolomé, Frey Francisco Carrillo del hábito de Calatrava, que se querelló  ante el Rey  y señores del Real Consejo de las Órdenes por encontrar rivalidad en sus funciones (financieras), como veremos más adelante. Tras pleitear con los dominicos  la sentencia fue favorable a la comunidad dominicana, la que estableció sus ordenanzas. Siendo la primera: Disponer de  un libro dónde se asentasen todos los cofrades que quisieran entrar. Que cada cofrade diese la limosna que quisiere, y si no la diese se admitiere como el que la diese. Que el cofrade que pudiese tendría la obligación de dar cada semana dos maravedís de limosna, para los sufragios que se diesen por los cofrades vivos y difuntos. Al fallecimiento de cada uno se dirían doce misas, acompañando su cuerpo con ocho hachas de cera a costa de la cofradía; seis, que fueran con el cuerpo y dos con las insignias o guión que se hiciera para la procesión de enterrar al difunto. Por los vivos y difuntos cofrades se diría perpetuamente  los viernes de cada semana, una misa solemne con diácono procurándose que Su Santidad concediese indulgencias a todas las personas cofrades que asistiesen a dicha misa. Se harían cuatro aniversarios por los vivos y difuntos con misa solemne y sermón; el primero por el mes de enero, siguiendo en mayo, septiembre y el último para la festividad de los fieles difuntos (“Finaos”).

Lo sobrante de ingresos por limosnas  debía  aplicarse en decir misas y sufragios por vivos y difuntos de la cofradía. Todos, habrían de participar en ayunos y disciplinas y otras cualesquiera buenas obras que los religiosos y religiosas que la orden de Santo Domingo hicieran en cualquier tiempo y manera. Al fallecimiento de cualquier cofrade debía ser noticioso el convento “de cómo es muerto” aunque no se enterrase en el, para hacer los  “clamores” que pareciere y dar las ocho hachas e insignias para acompañar en el entierro. Ninguna persona se debía excusar de dar la correspondiente limosna de dos maravedís cada semana, como está escrito en el libro aunque sea religioso o religiosa. Las limosnas estarán en poder del prior del convento, y solo se  aplicarían  en  sufragios.

Se quejaba el prior de San Bartolomé al Rey, que la villa de Almagro “…está cargada con cincuenta y seis cofradías, seis monasterios de frailes y    siete ermitas en sola mi parroquia y que las limosnas que pide el convento es muy grande carga. Lamentaba “… que su feligresía dejaba sus propias sepulturas, mandándose enterrar en Santo Domingo, tratando de quitarle la cofradía,  la honra y provecho de su iglesia para  solo  quedarse con la carga y trabajo de la administración de los sacramentos”.

Suplicaba al soberano, que mandase hacer a los frailes un libro donde asentar las limosnas que ingresaran por  misas y vigilias, para contabilizar las cuentas y percibir la cuarta parte de los ingresos por limosnas de los difuntos que fuesen sus parroquianos, que siendo vivos les dio “pasto espiritual y administrado los Santos Sacramentos”.

Fray Alonso Vallejo, lector del colegio, decía que en aquellos años, la renta del convento era muy poca para sustentar sesenta frailes, siendo la mitad de ellos necesaria para acudir al convento y sus obligaciones y la otra mitad es de lectores y colegiales, los cuales se ocupaban en enseñar a todos los estudiantes que acudían del Campo de Calatrava, estando entonces en la Universidad de Almagro, de Gramática y las demás facultades más de trescientos cuarenta  a todos los cuales, les enseñaban los dicho religiosos sin estipendio alguno, y el convento con la carestía de los tiempos y poca renta pasaba gran necesidad y cuando de la limosna de las Ánimas se juntase para decir algunas misas podrían tener ayuda y alivio con las limosnas. Añadiendo además que la Cofradía de la Ánimas fundada en su convento era de gran utilidad porque por dos maravedís de limosna, cada cofrade pobre que no tenía con que enterrarse disponía para su honroso entierro de ocho hachas de cera con ocho pobres vestidos con sus lutos que llevan esas hachas,  muñidor con una campanilla y una insignia de “muy gran devoción”(un Cristo crucificado), teniendo además todos los viernes del año una misa cantada muy  solemne, por la misma  limosna haciéndose cuatro aniversarios cada tres meses. Además se instalaba un túmulo muy “suntuoso” donde se ponían veinticuatro hachas de cera y cincuenta velas repartidas en el. “Tal ostentación todo el común de Almagro clamaba por la  confirmación de esta cofradía”.4

Avanzado el siglo XVIII, las cofradías de ánimas de las parroquiales de San Bartolomé y Madre de Dios, habían  decaído bastante (la de los dominicos ya no consta en el Censo de Aranda, siglo XVIII) tanto, que algunos vecinos y  cofrades deseosos de dar un nuevo impulso a las mismas deciden solicitar  nuevas ordenanzas al Consejo de Órdenes. Respecto a la de Madre de Dios; decía el escribano Blas Pérez: “… que a, muchos años  existía una cofradía y soldadesca con título de las Ánimas, la cual con lo calamitoso de los tiempos y por la mucha antigüedad se ha ido extinguiendo totalmente hasta que ya no ha quedado memoria de dicha cofradía y soldadesca, todo en perjuicio de las Ánimas Benditas  y habiéndose perdido los sufragios que con las limosnas que ofrecían los  cofrades y soldados se les hacía en la celebridad de su fiesta. Y ahora  los otorgantes movidos de celo y voluntad de tan santa obra… al servicio sagrado de Dios, bien y utilidad de las benditas Ánimas, han acordado y acuerdan fundar otra nueva cofradía  y soldadesca…”Siendo las nuevas ordenanzas las siguientes:  “… El número de hermanos sería  de sesenta, número cerrado  no debiendo  admitir a nadie hasta dejar vacante por fallecimiento. Que los cofrades puedan pasearse en forma de compañía por las calles y plaza pública de esta villa con su bandera, cajas y demás insignias acostumbradas, sin que gobernador ni juez eclesiástico lo pueda impedir. La  fiesta se celebraría  el día de San Lorenzo, con vísperas, misa mayor y sermón, asistiendo los dos cabildos eclesiásticos de las dos parroquias costeando los gastos cuatro mayordomos nombrados cada año, sacados de los mismos sesenta hermanos.  El único caudal seria, veinte hachas de cera blanca para asistir con ellas al entierro de los hermanos fallecidos, sus mujeres e hijos. De esas hachas, doce  tenían que acompañar al Santísimo cuando saliese  a cualquier hermano, mujer e hijo  que estuviesen enfermos. Los muñidores que la cofradía nombrase cada año y el sermón que para esto fuera requerido y no acudiese a cumplir, sería sancionado en seis reales vellón, que cobraría el capitán  y demás  oficiales, pasando los dineros a los fondos de la cofradía. Se ofrecerían treinta misas a cada hermano o mujer, y a la parte del difunto se le entregarían quince reales vellón para pagar sepultura …así mismo se haría un féretro a costa de los hermanos para llevar el cuerpo del difunto a hombros por los cuarteleros a la iglesia donde seria sepultado. Por último que el día de la fiesta se junten para hacer elección de todos los oficios necesarios para su conservación: cuatro mayordomos, capellán, capitán, alférez, sargento, cabos de escuadra y demás necesarios, teniendo voto solo los oficiales.

Las ordenanzas de  la  “Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio” de San Bartolomé eran muy similares a las de Madre de Dios. Variando la festividad a  la víspera y día de  San Miguel, a la que asistirían   los hermanos en forma de soldadesca, con tambores a vísperas y el día de San Miguel a misa mayor por la mañana.  Haciendo el  ofertorio, la tarde del mismo día en la Plaza Pública de la villa “… que además de lo que ofrecían; el capitán, alférez, sargentos escuadras y soldados, otras personas devotas, también daban y ofrecían; dinero, trigo, cebada, cabritos, carneros, aves y frutas. Todo se vendía y almonedeaba en la mayor porción que se podía, y todo el producto del ofertorio se convertía, como también la limosna que pedían los viernes en la noche, en misas por las Benditas Ánimas del Purgatorio y había un libro formado, donde los señores sacerdotes y prelados de los conventos de esta villa  daban las cartas de pago de las misas que se aplicaban”.

A  finales de los años cincuenta del pasado siglo XX, recuerdo ver a personas por las calles de Almagro,  pedir limosna para  misas en sufragio de las ánimas del Purgatorio por promesas hechas a esta causa.

Visita de la Orden de Calatrava al Hospital de pobres de la Cofradía de las benditas ánimas del purgatorio en 1652

Según el Catastro de Ensenada, la superficie y  ubicación  del Hospital de las Ánimas era la siguiente:”… su frente 16 varas fondo 28, con patio y corral, habitación alta y baja; linde, puerta falsa de don Joseph Osorio y Mexía y hace esquina a la calle de las Ánimas…”5  también daba frente a la casa parroquial, donde probablemente tendría su entrada principal.

Puerta falsa del palacio del marqués de  Torremejía, donde estuvo ubicado el viejo hospital de las “Benditas Ánimas del Purgatorio” en el Pradillo de Bernardas. Es muy probable que la entrada del  hospital y capilla del mismo estuviera frente a la Casa Parroquial, en la calle de Ntra. Sra. de las Nieves.  


Por entonces,  estos centros hospitalarios dependían de la caridad de las  cofradías u otros  benefactores que aportaban –según sus medios económicos- donativos o limosnas  para su mantenimiento. La mayoría de estas instituciones  estaban instaladas en modestas edificaciones en  donde se atendía por misericordia a los más desfavorecidos de la vida. Las condiciones de salubridad eran lamentables como ocurría con el que tratamos en este artículo donde nos da una idea de las condiciones de esta casa. El hospital de las Ánimas de Almagro “…solo sirve para el descanso  mansión y recoximiento de los pobres de solemnidad así transeúntes como permanentes”. Por la visita de la Orden de Calatrava en 1652 se puede apreciar el mal estado del centro; poco mobiliario – no constando cama alguna –por lo  que nos hace suponer que  los ocupantes dormirían en jergones puestos en el suelo de los escasos aposentos o dependencias del edificio “… por cuio motivo y por el ningún cuidado que estos tienen en mirar por la referida hospitalidad… el pasado año de 1767 se movió un incendio de gran conformidad…”

En la capital Calatrava existieron otros  hospitales para el cuidado de enfermos, con mejores prestaciones de salubridad como fueron el de la Misericordia, en el monasterio de la Asunción Calatrava,  auspiciado por el comendador Padilla, el de los hermanos de San Juan de Dios en el convento del mismo nombre, el de la familia Caballeria, frente a la iglesia del Santísimo Sacramento (Agustinos Recoletos) y el de la Orden de Calatrava  en la calle Dominicas, solo para los religiosos de esta religión.

El día 2 de marzo de 1652, por frey don Sancho de Sandoval, caballero profeso de la Orden de Calatrava y frey don Gonzalo de Salazar, capellán de S.M. por orden del Real Consejo efectuaron la visita al Hospital de las Ánimas, dependiente de la parroquia de San Bartolomé. Visita que no se llevaba  a cabo desde el año de 1603 “…Hacemos saber al cabildo y cofradía de las Ánimas del Purgatorio y a Diego de Espinosa, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, mayordomo que  al presente es de la cofradía para examinar sus cuentas desde la última visita del año de 1603.”

Primeramente, los visitadores vieron  la capilla que estaba “pegada” a las casas del mismo hospital, hallando  hundida en gran parte su bóveda, amenazando ruina el resto de la misma. En  el altar existía   un tabernáculo de yeso dorado que en otro momento albergaba un “Santo Cristo Resucitado” adorado por   dos ángeles de talla de madera dorada, viejos y maltratados (la  imagen del Resucitado, de estimable escultura fue trasladada a la capilla de las Ánimas de San Bartolomé, “para  tenerla con la decencia que merecía”).En la capilla había una puerta por la que se accedía al zaguán y patio del hospital, con pozo con brocal de piedra  bien empedrado. A mano derecha se pasaba a una  cocina que estaba más de la mitad desempedrada, no apreciándose necesidad de otros  reparos, en el mismo patio había otra   cocina con campana y  puerta a poniente, con parte del tejado hundido que caía agua cuando llovía

En el mismo patio existía una tercera cocina con un “aposento muy sucio e inhabitable” con la chimenea caída. No se utilizaba por no tener puertas las dos dependencias. Había  otro aposento que hacía las veces de caballeriza.

Orientado al mediodía se encontraba  un corredor con “pilares de palo y maderación con faltas de tablas e inhabitable por el mal estado de los suelos”. Esta parte de casa tenía un corral con  tapias altas.

Seguidamente, los visitadores pasaron a las casas accesorias, junto a las mencionadas que eran de la cofradía. Disponía de un pequeño y estrecho  zaguán teniendo  a su mano derecha un aposento en bajo, apreciándose “dos o tres agujeros que  calan” a la pared del corral. En el primer piso con la misma capacidad que correspondía a los  mencionados zaguán y aposento, con algunas goteras.    

Desde esta estancia los visitadores subieron a unas cámaras, encontrando que los tejados y vigas estaban en buen estado, menos la canal maestra que daba goteras cuando llovía, las encontraron sucias  con piedras, pedazos de tejas y estiércol?

Los bienes de la cofradía se reducían a: una manga con cruz de plata, dos cetros de plata, un ara para el altar, dos casullas negras y otra rosa. Un frontal verde de damasco y unos manteles en el altar.

La institución, contaba con veintiuna escritura de censo, treinta perpetuas y varias memorias de misas y capellanías.

Se ordenaba al alcalde de la cofradía Agustín de Pérola, pagase las cantidades que adeudaba y “al cabildo de oficiales y mayordomos manden decir las misas y cumplir con los sufragios como deben, y que reciban a los pobres que a el vinieren con toda caridad procurando darles la mayor comodidad y la limosna que se pudiere de los bienes de la cofradía a los enfermos. Y que no diesen cuenta alguna a ningún juez eclesiástico del arzobispo de Toledo ni vicario de Ciudad Real. Solo a los visitadores de la Orden de Calatrava.”  

El devastador incendio en el año  de  1767 y propuesta de compra del edificio por el marqués de Torremejía

Hemos referido que el hospital de las Ánimas en el año de 1767 sufrió un incendio de gran “conformidad” que fue sofocado sin afectar al palacio del marqués de Torremejía    con cuya propiedad colindaba. Don José Cayetano Ossorio (segundo de este título),  propuso a la cofradía de Ánimas, propietaria del hospital, permutar el edificio por unas casas sitas en la calle de San Ildefonso para trasladar la institución. Aunque no hay constancia de donde se instalaría,  no hay duda de que la permuta se debió realizar por entonces y pasar a incorporarse el edificio-hospital a la casa del noble Ossorio.

Vista actual del conjunto arquitectónico  formado por el que fuera viejo hospital de las Ánimas y palacio Torremejía

Carta  del marqués de Torremejia al  Consejo de Órdenes  solicitando permuta de casas de su propiedad por las del hospital:

“Don Joséph Velazquez Maldonado, procurador de esta gobernación en nombre de don Joeph Cayetano  de  Ossorio, Marqués de Torremexía, Señor en lo temporal y espiritual de la villa de Valenzuela y vecino de esta villa ante V.S. como más haia lugar parezco y digo: Que en la población de ella se hallan  unas casas que llaman el Hospital de las Ánimas inmediatas al convento y monasterio de religiosas Bernardas, y al frente de la habitación de frey don Antonio de la Cueva y Forcallo prior formado de la iglesia parroquial del Señor San Bartolomé de esta dicha villa y confinantes con las casas principales propias de dicho señor marqués mi parte; cuio hospital solo sirve para el descando,mansión y recoximiento de los pobres de solemnidad, así transeúntes como permanentes por cuio motivo y por el ningún cuidado que estos tienen en mirar por la referida hospitalidad ha experimentado aquella  gravísimos perjuicios, pues en el año próximo pasado (1767) acaeció, que por omisión, descuido o negligencia culpable de sus habitantes se movió un incendio en tal conformidad, que de no haber ocurrido promptamente   con el debido remedio se hubieran quemado y arruinado las dichas casas principales de mi parte por la unión e inmediación, que tienen con las de dicha hospitalidad, todo lo cual se puede fácilmente remediar si se concediese por V.S.como pido y espero la correspondiente licencia o facultad para permutar las referidas casas hospital con otras que mi parte tiene suias propias dentro de esta población y calle que llaman de San Ildefonso confinantes con unas de Manuel Guixarro, y otras de Antonio Ruiz, que además de ser más cómodas y proporcionadas para el refugio de los pobres exceden en su valor a las de dicha hospitalidad cuia mejora desde luego ofrece mi parte a favor de esta como también la satisfacción de lo que se regulase necesitan las primeras en reparos necesarios y demás concerniente a la maior comodidad de dichos pobres procediendo ante todas cosas justiprecio de unas y otras casas para que se acredite el maior valor de las que así lleva ofrecidas mi parte como assi mismo regulación y tasación de lo que necesitaren estas para los expresados reparos a fin de que en todo tiempo conste la conocida mejora que mi parte hace a favor del enunciado hospital con el fin y objeto de evitar los crecidos e imponderables perxuicios que de permanecer en la situación que hoy tienen se le pueden ocasionar en cuia atención:

A V.S. pido y suplico que en vista de lo relacionado, y difiriendo al justiprecio de  unas y otras casas de las arriba citadas y regulación de los gastos que en el día necesitan las que mi parte ofrece para el refugio y habitación de los referidos pobres por peritos que se disputaren por V.S. precediendo citación personal al administrador del enunciado hospital que los es Joaquín de León y Linares, y resultando por cierto y verdadero cuanto dejo expuesto en razón de maior beneficio y utilidad para el descanso y mansión de aquellos se sirva conceder facultad y licencia para la solicitada permuta atendiendo a los motivos  y causales referidos que así es conforme a justicia la que pido y para ello juro.

                                               Joseph Belazquez Maldonado

Otro si: la solicitada permuta solo se debe entender quedando libre y a beneficio de la cofradía de dicha hospitalidad la hermita, que linda con las casas de esta sin incluirse en las principales de mi parte.Juro et supra= Belazquez.”  6   

Fuentes bibliográficas

1 MIRADOR DE ALMAGRO.?

2 DEVOCIONES RELIGIOSAS COLECTIVAS Y CONVERSOS EN ALMAGRO.LA COFRADÍA DE SANTA MARÍA DE MIRABUENOS SS.XV-XVII Consejo superior de Investigaciones Científicas,pag.68. GÓMEZ VOZMEDIANO. Miguel Fernando

3 CULTURA Y RELIGIOSIDAD POPULAR EN EL SIGLO XVIII.RAMIREZ María del Prado .Diputación de Ciudad Real Biblioteca de autores y temas manchegos

Fuentes documentales

4 ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL.OOMM. TOLEDO Leg.36371,46641 ,45210

5 ARCHIVO HISTÓRICO  PROVINCIAL DE CIUDAD REAL. CATASTRO MARQUES DE LA ENSENADA.HACIENDA 649 Ref. 374

6 ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL.OOMM.CALATRAVA Leg.1737/2